Álex de la Iglesia: Innovación o Muerte

«Localidades agotadas», reza el cartel en la puerta de la Sala Principal de conferencias del Festival de Conferencias de El Ojo de Iberoamérica. La marquesina, moderna en pantallas a los costados con letras de molde, presenta la única e irrepetible función de Alex de la Iglesia, Innovación o Muerte.

El director español revolucionó el último día del Festival de creatividad iberoamericano con una charla, en la que demostró su parte de filósofo, más que la de realizador. Así se dirigió a todos los creativos de la región que estaban presentes y al público a los que comenzó preguntándoles: «¿Por qué será esa manía querer parecer tan jóvenes de los publicistas?».

Luego de las risas Álex, aclaró por dónde es la innovación: «La única forma de innovar, es no pretenderlo. Intentamos de una manera impostada ser modernos». Claro que para este tipo de presentación se necesita, como en el cine, un guión que fue desarrollándose con las preguntas: «¿Quién soy? ¿Qué pretendo? ¿De qué voy a hablar? ¿Por qué soy tan gordo?»

La primera la respondió recordando que es «un tipo que hace cine comercial». Y continuó: «Soy un mentiroso, contador de ficciones. La realidad es falsa. Trabajo vendiendo mentiras. También estudié filosofía, pero mi base intelectual es leer apuntes de otro».

Luego continuó desarrollando lo que pretende de su vida, que, basicamente, es vivir de contar esas mentiras. «La habilidad del director supone de lograr que inviertan en una farsa, los productores, las grandes compañias y los actores, a los que tienes que ir convenciendo de que su papel será único y que es irremplazable», dijo quién también es productor de películas.

Según de la Iglesia, no existen diferencias entre hacer comerciales y películas: «Ambas intentan vendernos cosas. Las películas tienen esa venta encubierta de estilos de vida, de comportamiento, de sociedad. La diferencia es que los comerciales, te hacen un buen film y te ponen el producto al final».

La tercera de las preguntas que respondió, era la cuarta que había planteado en un comienzo: «Soy gordo por la ansiedad. Esa ansiedad me hace tener esa vehiculidad creativa. No puedo guardar las ideas y necesito movilizarlas. Todos tenemos ideas, no solo los creativos, lo jodido es concretarlas y muy pocos son los que saben manejarlas».

Para seguir tratando de encontrar una respuesta a la innovación e ir llegando al punto de su conferencia, de qué se habla cuando hablamos de innovación. «Es un círculo cerrado y se trata de buscar lo moderno en lo más antiguo. El progreso ha sido tecnológico, la felicidad no ha progresado, la calidad de vida, siguen iguales. Estamos en una era de transmodernidad, donde tendemos a ser exactamente iguales, en la globalización, entonces debemos presentarnos como diferentes»,

«La única manera -prosiguió- de hacer algo original es no pretender hacerlo. Como cuando te quieres dormir, te mantienes despiertos y te dices que te quieres dormir y te despiertas más y de repente dices, joder me quedo despierto y caes dormido. Bueno, pues de eso se trata innovar, hacer lo contario. No existe la innovación, está todo hacho. Habrá alguien que que haya jugado con tus ideas. Este texto, alguien ya lo dijo y alguien estará pensando que esto es una paradoja».

El filósofo, director y creativo habló sobre las ideas. «Recordar las ideas y sentimientos, proyectar en el futuro y eso es algo cercano a la innovación. O sea: Recuerdo de un futuro. Buscando en el pasado encontraremos las huellas del futuro. Pero transmititr, reflejar todo esto que ha cambiado por internet. Queremos entender el nuevo lenguaje, Soluciones rápidas a problemas antiguos, el problema de la transmodernidad es la velocidad de transmisión que se pierde como arena en los dedos», destacó.

De hecho, mientras continúa esta cobertura, el planteo del mensaje discurriéndose se volvería efectivo, pero la atención en la sala se mantenía y Álex remarcó: «Se debe apostar por la contradicción, mirar hacia atrás superar la ansiedad, desconfiar de lo que nos piden. Diversificar y descentralizar, porque no importe lo que ocurre sino como el espectador y el consumidor lo interpreta».

Cuando el reloj de su exposición ya estaba en rojo, decidió culminar con un par de puntos o pseudo conclusiones a considerar. «Si la idea es original, no tiene que aburrirte. La campaña perfecta debe ser suficientemente nueva para que atraiga y lo suficientemente antiguo para que la gente no desconfíe. Las marcas quieren que contemos su historia, pero con nuestro aliño. Hay que ver lo malo, para no repetirlo, así es como más se aprende. Alguien que hace algo y que provoca algo y que se pueda resumir y concluir en una frase. Buscar elementos contradictorios y armonizarlos en un sentido común, es la base de la tensión».

El público que tomó notas atento como en una clase universitaria, en la que para concluir sentenció: «La innovación pasa por superar la idea de progreso. Luchar contra la igualdad y fomentar la diversidad».